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sings my soul

Canta lo que te gusta

Una de las causas de desmotivación a la hora de aprender a cantar o de intentar mejorar es el enfoque pedagógico. Sabemos que el aprendizaje está estrechamente ligado a las emociones: recordamos con más vividez un evento unido a una profunda emoción, positiva o negativa. Si nos centramos en las emociones que nos producen alegría, cantar es una de ellas: la profunda sensación de bienestar y de satisfacción que produce cantar es definitivamente, una emoción positiva.

Desde que nacemos aprendemos por imitación y repetición, observando a nuestros mayores y entrenando una y otra vez el ensayo-error. Esta práctica se va perfeccionando a lo largo de los años, seleccionando consciente o incoscientemente, lo que mejor nos funciona. En este punto, la forma en la que se nos presentan los nuevos conceptos es crucial. Un método de enseñanza debería ser eficaz y provocar un aprendizaje que perdure en el tiempo, porque el alumno ha hecho propios los conocimientos.

Aprender a cantar o a perfeccionar nuestras habilidades vocales está sujeto a estos mismos hechos. Y como todo aprendizaje, si éste va acompañado por ejercicios sencillos, directos a solucionar los problemas concretos y adecuados al estilo de aprendizaje de cada persona y las preferencias musicales del cantante, provocará en éste emociones muy positivas.

Seleccionar canciones que nos gustan, que normalmente escuchamos y cantamos y empezar a poner nombre a los retos vocales a los que nos enfrentamos es fundamental para una sesión eficaz. Esto no quiere decir que el proceso sea coser y cantar, sino que el camino se va construyendo a medida que se ponen soluciones concretas a problemas concretos. Por tanto, como para todo instrumento, la práctica es un requisito indispensable, ¡pero practicar lo que te gusta y entiendes es mucho más divertido!

¡Manos al micro!

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